Si os digo que me encuentro caminando a orillas del Bósforo, esquivando transeúntes y pescadores que se amontonan a lo largo del Puente de Galata con la intención de llegar hasta el barrio de Karaköy y alcanzar varios cientos de metros colina arriba la famosa Torre de Galata, podréis pensar que, en efecto, me encuentro en la maravillosa y mágica ciudad de Estambul. La diminuta descripción que he hecho para abrir esta entrada no es más que un pequeño tentempié de lo que nos ofrece esta magnífica urbe de alrededor de catorce millones de habitantes de tal belleza y riqueza cultural.

En la parte más histórica y turística de la ciudad se encuentran lugares tan famosos como la Basílica de Santa Sofía o la Mezquita del Sultán Ahmed. Pero vayamos por partes. En la parte europea de Estambul, situamos como punto de partida el Gran Bazar, que como su adjetivo indica, abarca un área de 45.000 metros cuadrados y cuenta con unas 3.600 tiendas. Saliendo por una de sus veintidós puertas, caminamos por las calles de la ciudad antigua para llegar hasta la Cisterna Basílica, estructura subterránea del periodo bizantino que proveyó de agua a la ciudad durante varios siglos. Lugar de obligatoria visita en mi opinión.

Un poco más adelante, alrededor de unos cien metros, llegamos a Santa Sofía, construida como iglesia ortodoxa en un primer momento, convertida después en mezquita y finalmente declarada museo. Un increíble templo de gran belleza que mira de frente a otro coloso, la Mezquita del Sultán Ahmed, situada al otro extremo de la plaza.

Sin movernos de la plaza y rodeando Santa Sofía llegamos a una de las puertas que conducen a los jardines del Palacio de Topkapi, antiguo palacio real y actualmente museo que guarda algunos de los tesoros más preciados del mundo árabe.

En nuestra particular ruta por el centro histórico de la antigua Constantinopla, encontramos el Bazar de las Especias, un lugar abarrotado de gente y lleno de colorido que no debes perderte. Muy cerca de allí, llegamos a las orillas del Bósforo, estrecho que separa literalmente Europa de Asia. El ferry que transporta de una orilla a otra a miles de personas a diario o los diversos cruceros que operan cada día para mostrar la belleza del canal son otras de las experiencias que hay que vivir. Al otro lado, caminando un poco por el barrio de Üsküdar podemos apreciar el día a día y trasiego de sus habitantes y comercios y la belleza de sus calles.

Desde el lado occidental, como he explicado anteriormente, cruzamos el puente de Galata, y después de subir a lo alto de la torre y contemplar las increíbles vistas que ofrece, nos dirigimos hacia la avenida Istiklal, una avenida de unos tres kilómetros de largo. En ella encontramos todo tipo de comercios, zonas de ocio, bares,… y una ingente cantidad de gente caminando en ambas direcciones. Probablemente la avenida peatonal más concurrida de Estambul. Al final de ésta, llegamos a la Plaza Taksim, lugar también muy transitado por locales y turistas, con gran actividad social y comercial y donde se encuentra el Monumento a la República, monumento que conmemora la proclamación de la República de Turquía.

Todos los lugares y monumentos que he nombrado arriba son sólo una parte de lo que podemos apreciar en Estambul. Pero para realmente poder disfrutar de una de las ciudades más bonitas del mundo, que mejor manera de hacerlo que experimentar esa sensación viajando hasta dicho lugar.